Ser padres.
Por Carolina Bullejos García. Psicóloga Clínica
Hacer que los niños aprendan sin traumas a distinguir lo que esta bien de lo que esta mal, proporcionarles los conocimientos que les servirán para convertirse en adultos responsables y maduros es el mejor regalo que podemos hacerles, ya que, de ahí surgirá la capacidad para cuidar de si mismos en el futuro.
Por ello, resulta sorprendente que una tarea que requiere tanta responsabilidad y habilidad como es la educación de nuestros hijos, no se le dedique la suficiente atención; nadie nos enseña a ser padres. Padres que creían estar preparados para serlo se encuentran de pronto confusos sobre lo que deben hacer con y para sus hijos.
No obstante, la mayoría de los padres desean ofrecer la mejor educación a sus hijos, aunque conlleve un gran esfuerzo y encuentren numerosos obstáculos, a veces aparentemente insalvables, para lograr que los hijos crezcan en un ambiente apropiado.
Pero es conveniente saber que, los niños perfectos o los padres perfectos no existen y hasta ahora no ha habido padres que no dudarán sobre sus propias capacidades como tales. Los niños no se comportan siempre como sus padres quisieran y cuando los padres no logran cambiar los hábitos de sus hijos, se frustran, se confunden y se muestran inseguros.
No tener confianza en como debe actuarse es lo que hace tan difícil para los padres tomar decisiones respecto a sus hijos. De aquí se derivan dos típicos comportamientos paternos, ninguno de los cuales lleva a ninguna parte. El primero es el de los padres que no hacen nada, salvo reaccionar a base de impulsos y de emociones; el segundo es el de los padres que intentan poner en practica cosas nuevas continuamente sin conceder suficiente tiempo para valorar su eficacia.
Cuando los padres se muestran indecisos en relación con sus hijos, éstos lo perciben y ello afecta a sus sentimientos de seguridad y bienestar. A largo plazo, es más beneficioso que los padres actúen con decisión en lugar de preocuparse excesivamente por escoger la decisión correcta...Cuando los padres están dispuestos a admitir sus errores y a aprender de ellos, también están creando el clima necesario para que los hijos, a su vez, admitan sus propios errores y aprendan de ellos.
Los niños educados sin normas, ni reglas claras para su comportamiento, experimentarán mucha ansiedad y confusión, serán más propensos a portarse mal y no sabrán exactamente cómo seguir las directrices que se les den ni cómo afrontar sus responsabilidades.
A este respecto, los padres han de ser especialmente cuidadosos para evitar las siguientes situaciones:
* La incoherencia: aplicar reglas contradictorias o dar un ejemplo contrario a lo que se dice.
* La inconstancia: castigar unas veces y otras no un mismo comportamiento.
* Levantar castigos sin motivo.
* Desacuerdos explícitos entre los padres sobre la educación de los hijos.
* Imponer sanciones exageradas o demasiado blandas.
* Sucumbir ante el chantaje emocional. Apelar a la falta de afecto cuando se les niega algo es una manera de ejercer el control por parte de los niños.
* Buscar culpables como respuesta ante los conflictos.
* Involucrarse en luchas de poder que originan sentimientos negativos y dificultan la búsqueda de soluciones.
El ser padre o madre no es una tarea que se complete en un día y el establecimiento de límites, necesarios para un adecuado desarrollo emocional, no es un esfuerzo intermitente. En ambos casos se trata de esfuerzos constantes y consecuentes siendo, al mismo tiempo, eficaces y afectuosos con el niño.
Ser mejor padre es igual que ser mejor en cualquier otro campo y para ello no necesitamos poseer conocimientos teóricos específicos sobre la materia, ni tener respuestas inmediatas para todas las situaciones, los niños lo que necesitan es que les escuchemos más allá de lo que dicen con sus palabras y su comportamiento.
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